Perdí toda ventaja
y las luces fundieron
cada vatio;
no hallé sino asentí
todos los golpes,
las huestes,
las ofensas limadas,
un espasmo.
Ahora grito desnudo,
sobra la ropa,
el hielo,
el cuándo
y el arraigo,
sobre en presente Roma
y sus desmanes,
la inútil bacanal,
la inocente erección,
los inventarios.
Ódiame de rodillas
mezcalina,
polvo de boca
muerto y despoblado.
Hago de mi camastro
un burladero,
un paréntesis cojo
y dos caderas;
hago de las opciones
noche,
día,
tardes en foto fija,
vagón de tren,
rutina y opereta.
El frío decadente
me ha alcanzado,
ya nada se contiene.
Y tú, no llegas.