Para hallar realidades,
hundo mis dedos largos
en los ojos perdidos
del submundo,
la única tierra que conozco.
Naufrago entre archipiélagos
de ritmos sincopados.
Y mi cuerpo nublado
amenazando Norte,
con la marca del exconvicto
señalando al origen.
Es el sudario de las voluntades.
El primer capítulo diluido
en sacramentos.
Era de esperar,
teniendo en cuenta
tu amor privilegiado.