lunes, 9 de abril de 2012

INEVITABLE

Fue la necesidad
la que me dio alas
para negarte,
para jurar sobre todas
las Biblias,
que tú ya no eras
ese cristal de aumento,
invocador de letras grandes
y metáforas.

Sin dudar,
marqué tu densidad
con el triste amianto
de la cautela.

Y la muerte voló
pintada de mercurio
sobre las tardes.

Y abril cambió su puesto
a un diciembre subterráneo,
de lanzas y mecheros gastados.

Se agotó el saldo
de los cien instantes
y la luz,
marchó cojeando
en busca de otros ojos bonitos.

Fue la necesidad
la que disparó
el amor sobre la nuca.

Un tiro limpio
que aún resuena.

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