La materia es ingente,
muy similar,
inhóspita y perversa,
hija del diapasón
y de la guerra fría.
Los muertos sin zapatos,
con el hedor del buitre
ambientando la arena.
Y los niños que miran,
solucionando en círculos
su miedo.
Alimento del hambre,
tarjeta de memoria
que olvida selectiva
los pecados veniales
de la sangre seca.
Un ramo de complejos
se marchita sobre la mesa
del carnicero.
El día de los candidatos
ha llegado.
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