El hombre inverosímil.
Animal de hilo ancho
que aún despierta
a pesar de tener
seco el olvido.
Cuelgas de los ojales.
Y para andar el rostro,
con tu mano sagrada
trazas en cada copia
una sonrisa.
Debo de tenerte,
o acabaré invocando
muelles a las camas,
color a la piel blanca
de las novelas,
silencio al último
espasmo fronterizo.
Mujer bilateral
que por tres veces niego
y por tres veces
amo y sacrifico.
He sabido hoy de ti
por un rumor sin ruedas
que llegó literal a mi ventana.
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