jueves, 29 de marzo de 2012

VEINTIOCHO

El hombre inverosímil.

Animal de hilo ancho
que aún despierta
a pesar de tener
seco el olvido.

Cuelgas de los ojales.
Y para andar el rostro,
con tu mano sagrada
trazas en cada copia
una sonrisa.

Debo de tenerte,
o acabaré invocando
muelles a las camas,
color a la piel blanca
de las novelas,
silencio al último
espasmo fronterizo.

Mujer bilateral
que por tres veces niego
y por tres veces
amo y sacrifico.

He sabido hoy de ti
por un rumor sin ruedas
que llegó literal a mi ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario