Gotea el aire
sobre la boca seca,
sobre las cicatrices no registradas
en la carne.
Se avivan los incendios
y las traiciones,
sudan acaloradas por no encontrar
reparos que las juzguen.
Hace días que la vanidad
se escapó
con un viajante de recuerdos.
Y el ego quedó solo,
amargo,
liberando toxinas
y labios reciclados.
Elegí la miseria
a los bolsillos hondos
y la revolución
a los favores flacos del crucifijo.
No tengo seguidores,
es la gran ventaja.
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