Piedras sobre mi espalda,
música virgen,
embrión y estramonio,
inflamación de dudas
que tu mano revienta.
He cedido al deseo,
a la mala intención,
a la codicia demasiado cuerda
que vendes,
buscona milenaria
de ratos y palmadas.
No dejes de mentirme,
es más que necesario,
un ansia que brota
de mi bolsillo sucio
en forma de belleza.
Mi rencor se adormila
a tu lado,
limadora sin dueño
ni ficciones.
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