domingo, 20 de mayo de 2012

RUIDO

Cuando cesa,
el ruido no se agota.

Regresa a las gargantas
de los coches,
de los trenes en celo,
a las bocas de riego
que enseñan su virilidad
en las noches de agosto.

Y es que el ruido
no muere.

Es el ave Fénix
de un Madrid viviente
y poseído,
inventado en dos tardes
por un amante
que perdió su ropa
en la huida.

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