miércoles, 29 de febrero de 2012

DESDE LA PROSA

Anélido placer
que en el delta de un vientre
se desmaya.

¿Qué hermosa disidencia
condenó al disolvente
a ser vestigio,
Ley justa de los pobres
y soldada?

Engordan las vocales
y la anorexia
invade los reflejos
de flaca simetría,
de esa bondad carnívora
soluble únicamente
en un vaso de ti.

Próxima parada:
una ventana abierta,
el cristal azul
que los niños tienen siempre
pegado en los ojos.

Que más puedo pedir
sino tu ausencia
para seguir siendo humano

Este es el dogma
del que ama.

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