martes, 27 de septiembre de 2011

LOS TIEMPOS BLANCOS

Amo síndico nuncas
y entropías,
burladeros de yegua
y aspavientos,
niego a la fuerza
sínodos en trance,
la obsesa privación
de verte lejos;
artífice de mundos
que conllevan,
al asno y Buridán,
la voz de Credo.

Huyendo de plurales
me hago tuyo,
y en arriendos de Sur
la luz se lacra;
trepo descerebrado
hasta tu entonces,
y allí me quedo
torpe e imantado,
elevando al después
tus enseñanzas;
emérito que obtienes
receloso,
la vítrea fundación
de una amenaza.

Premio y necesidad,
castigo y hierro,
adquirida virtud
de los verdugos,
malforme obesidad
de los Domingos
que dobla guillotinas
y futuros;
en caso de dolor
rómpase pronto,
el más ya no va allá
pidiendo indulto.

Onda corta de catre
y neumonía,
quimérico inquilino
entre sus muslos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario