viernes, 30 de septiembre de 2011

LO QUE NUNCA SE TUERCE

Hora de migraciones
y de exilios,
herrumbre que se adorna
con violencia,
caminos deshonrados,
mataderos,
la cruda irrealidad
de una sorpresa;
trombosis,
corazón,
sabiduría,
el nítrico exhalar
de la pobreza.

Parte de afuera y sílice
los años,
agobiando suspiros
con destreza;
sufren las metonímias,
parte y todo,
sentir catalizado
que se frena;
maestro,
tabla rasa y horizonte,
cadáveres que ríen,
hablan,
sueñan.
                                                  
Ha llegado la vuelta
y lo torcido,
el Edén pernicioso
de las llagas,
ha alcanzado la sima
desde abajo,
devorando a su paso
las palabras;
Vesubio de factores
y maltrato,
crispada oscuridad
que huele a nada.

Ojo hueco el balcón
en los remansos,
Damocles en los lienzos
sin espada.

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