Es allí,
en los geriátricos,
en las planas estancias
de la duda,
donde crece el amargo
fugitivo,
la burda brevedad
de la cordura;
baba de silicona
que oscurece
en lento tiritar
que en Re se escucha.
Y por luto vestido,
paraguas,
brazo muerto,
curvatura,
cerúleo diagrama,
clavicordio,
olvido que se vende
por dos lunas;
sopa de medianoche,
rododendro,
el único habitante
de una arruga.
Habla muerto el caballo,
y a la vista se inhibe
de los ruegos,
tensa largo en ballesta
y sulfamida;
fructífero final
para un comienzo;
maldito neonato
que decide,
quién es el mensajero
y quién el necio.
Manípulo guiado
contra todo,
la parte más hermosa
de los huecos.
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