En la especulación
vive mi ruego,
hiriente pleonasmo
que palpita;
clama de penitentes
la explanada,
el amplio desolar
que ella me envía;
al embriagado mundo
me conjuro,
atópico embestir
que al miedo afila.
Y en cúbicos
lugares te confino,
congelando mis lágrimas
y el suelo;
en los claros de luna
te provoco,
abriendo los capítulos
que invento;
sabor que todo incluye,
melodía,
la próxima parada
de un espectro.
En lento acelerado
ella me asola,
apura del compás
círculo y dentros,
cancela el amarillo
de las grietas,
acerca los perímetros
al centro;
el prólogo se viste
de experiencia,
maestra generosa
de los besos.
Expulsa del socorro
las ventanas;
el mundo se ha pegado
con el cielo.
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