sábado, 15 de octubre de 2011

EL CUARTO DESEO

Envíame a volar,
sólo tú sabes,
de par y llave hueca
desterrada;
háblame sin querer,
siénteme,
surge,
roba la fealdad,
miente,
desarma,
lánzame calibrado,
no te burles,
el ego se ha colado
en la mirada.

¿Y ahora, qué?,
ya no tengo,
hallé la negación
en el reverso,
manos caducifolias
que destapan
el himen reventado
del invierno;
turba de maldición
y sulfamidas,
presente indicativo,
yo confieso.

Ha  muerto entre dos piernas
la conjura,
y el cuerno se ha clavado,
contratiempo;
averno putativo
de ojos claros,
inocua suciedad
que vende riesgo;
el óvulo se intuye
desgastado,
razón innecesaria
para un muerto.

Colinas de ciudad,
habéis marchado,
dejando operativo
el desconcierto.

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