Carne,
contenedor,
móvil trozo de incendio
que camina,
peregrino que huye
hacia los lados
hirientes y astifinos
del estigma;
el premio se condensa
en la memoria;
quilate de unidad
y glicerina.
Y en las sesiones largas,
aferrando con fuerza
los momentos,
el mundo gira artrópodo,
plasmado;
desvío ecuatorial
siempre a buen precio,
punto de información,
cuarto sin sombra,
el cuerdo interventor
de los proyectos.
El salto se provoca,
y al vacío se espera
con deseo,
al sí del exterior
se cuelga el traje,
la púdica inversión
que oferta el duelo;
telón de última obra,
fin de línea,
ovaciones de mancos
y libertos.
En las filas del fiel
se han enrolado;
la culpa se acabó,
se fue con ellos.
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