Es la obsesión una pausa
que duda,
un tiritar de gestos
imprecisos.
Llegas.
Y en la emulsión
mayúsculas
y apremio cobran vida.
Patrocinas mi aliento,
el festín prolongado
de una vista abrasada
en posesivo.
Todo lo que tengo
se lo he robado
a un día que apareció
rasgado en la camisa,
dibujando mecheros
entre el humo,
dándose ingrato
al viento,
contigo perfilada.
Y la trama ocultó
sus argumentos.
Son las dos cosas
que asesinan:
fotos veladas
e inciertos resultados.
Este mensaje
quema el fuego.
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