Si me desplomara,
si yo cayera en cero
y en presente,
yo sé que tú estarías,
dulce,
en un lugar de nunca
y despropósitos.
En un momento largo,
darías por sentada
la entropía,
el desorden bohemio
de mi pelo,
el corte en cara B
de una mirada,
enemiga,
robada a los espejos.
Te quiero,
y nunca dicho esto
me he guardado.
Ayer vi mandarinas
en el cielo
y tú estabas tan lejos,
en las tardes seguras
de un verano,
echado a la mar
por ver de tu sabor
la sal de un beso.
He parado motores aquí,
en el verde sargazo
de mi espera,
asegurando exilio
a plazo fijo,
deteniendo en el
cuarto las banderas,
el lenguaje,
los signos,
el principio,
el volar de una garza
apresurada,
fundadora de Ortos
y adjetivos.
Hoy acaba sin duda
el largo viaje.
Comprendí de la huida
al fugitivo.
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