Con vehemencia te ruego;
ya sé que no soy digno
de tu carne,
que mi voz se desdobla
en algoritmos,
en ahogados quejidos
y fractales.
De pensarte, te creo,
y contigo hago Biblia
y caracola,
versículo inicial
de un privilegio,
bullicio intrascendente,
seda y órbita,
Bulería,
Fandango,
invierno y rito,
la azul conjugación
que me soborna.
¡Arriba burladeros!,
¡Que rompa pleamar
y que quiten su duelo
los espejos!,
¡Que ella está aquí,
que ha vuelto!,
¡Que ha desgarrado el himen
de mi cuarto,
devastado las lindes
y el sendero!
Ella está fuera ahora,
creando variaciones
en el negro.
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