Refugio y apatía,
validado de emblemas
y veranos,
burlada dirección
que no difiere
de aquella magnitud
llena de engaños;
espejo de los mitos
y las puertas,
cubista descreído
de su espanto.
Y en la parada
el cero,
movimiento sacrílego
de idiotas,
perfecta dinastía
que se impone
matando sin excusas
a las victorias;
casta de dignidad,
bronce,
pellejo,
delicioso jardín,
piel de limosna.
Plana tarifa y horca,
llamada gratuita,
apostolado,
privada confesión:
soy el culpable,
el débito perdido,
cuestionario;
procede no tachar
las apariencias;
la equis se ha escondido
en un armario.
Afónico de alarmas
llega el día;
liviana conexión
de hombre y pecado.
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