miércoles, 2 de noviembre de 2011

THE SONG REMAINS THE SAME

Ella no me autoriza
a ser divino,
ni portero automático
de un beso;
ella quiere que muera,
reviviendo,
el púbico lugar
de donde vengo;
anarquista de bombas
y explosivos,
perfil desheredado,
triste ejemplo.

De las terceras plantas
me desquito,
y en un segundo C
cumplo promesas,
abril y ocho de luces
descarnado,
Nirvana pervertido
que me eleva,
que me sube de abajos
hacia el quinto,
liberando del puño
la violencia.

Municipio de nombres
restaurados,
entidades malditas
y alopecia,
fallecida manera
de ser alguien;
diplomado en vaginas
y experiencia;
documento arrugado
de una noche
que acabó con mis manos
de poeta.

He empezado de nuevo
a ser cuarenta,
y malvivo entre el dos
y las espinas.
Ella no me autoriza
a ser divino;
demasiado sangrar
para una herida.

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