Reventaba palabras
a su paso;
acrónimo imparcial
de fuego y carne;
era tierra el origen,
parlamento,
el sínodo mensual
de los divanes;
fragancia en la ocasión,
juego de esencias,
cartógrafo de lindes
y arquitrabes.
Conflicto en cuatro
manos,
reciclados instantes
que se archivan,
ripios de purgatorio
y hierba seca,
el tres desempleado
de una riña;
detrás de la parodia
el plebiscito,
maltrecho sainete
sin malicia.
Enterrado en el suelo,
a media luz de gas,
el centro cambia;
abandona la marcha
y el intento,
se vence,
martiriza,
contraataca;
perdón luce en su pecho
ensangrentado,
la insignia original
de aquel
que engaña.
Niebla en la percepción,
tacto sin hilos,
el llanto de una pila
sulfatada.
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