jueves, 3 de noviembre de 2011

LA ULTIMA ESTACIÓN

Cualquiera puede hacerlo,
hasta el mango empuñado
del suicida;
cualquiera puede ser
campo y consola,
el juego novedoso
de las vísperas;
rojo y verde de dos;
puerta cerrada,
el sexto mandamiento,
germicida.

Se ha archivado
el aprecio,
y los plazos expiran
aliviados;
el terco adorador
se ha deprimido,
escasa frialdad
para un hermano;
elevada tarifa,
medianoche,
momento de adjetivos
y regalos.

Vive en antologías,
oxidando baladas
en su pecho,
tuerce de cruz gamada
las verdades;
preclara obturación,
ciclos de tiempo;
palabra,
nueve letras,
asterisco,
la rúbrica estampada
sin talento.

Iridio,
metro y vara
desmedida,
la extraña vocación
de ser pequeño.

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