lunes, 23 de enero de 2012

PERSPECTIVAS

Desmembrado me muestro
ante ti.

Para qué fingir,
si es la torpeza
la que descarna,
la que ilumina.

La insolencia destiñe,
precipita,
decanta poco a poco
el devenir sobre sí mismo.

De nadan valen ya
las profecías
ni las rojas señales
de aviso,
ni aquel lugar de muertos
en que la sonrisa
siempre estaba alquilada
a otros.

Sé que no debo.

Sé que la soledad
únicamente enseña
vocales negras.

Pero qué quieres
que te diga.

Mi espacio-tiempo
nunca ha dejado de abarcarte,
de incluirte en la lista negra
de los seres a los que amo.

Y es que,
de todas las posibilidades,
tú eres la única
que sigue doliendo.

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